El Felipe VI y la Letizia Ortiz, junto a la Princesa Leonor de Asturias, presidieron el Desfile del Día de la Hispanidad 2025 en Madrid el sábado 12 de octubre, cumpliendo con la tradición que, año tras año, reúne a cientos de miles de espectadores en el Paseo del Prado.
Desde su instauración en 1931, el 12 de octubre ha servido para conmemorar el encuentro de culturas que dio origen a lo que hoy llamamos América. En los últimos cuatro años, la ceremonia ha cobrado un matiz más militar, reflejando las prioridades de seguridad y defensa del Gobierno. Este año, la edición coincidió con el 20.º aniversario de la Unidad Militar de Emergencias (UME), organismo creado tras los desastres de 2005 y que se ha convertido en un pilar clave para la respuesta a catástrofes naturales y emergencias civiles.
El escenario se montó entre la Plaza de Carlos V en Atocha y la Plaza de Colón, recorriendo 1.540 metros de avenida. Un total de 3.847 efectivos de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y la Policía Nacional marcharon bajo el cielo madrileño, 524 de los cuales fueron mujeres, alcanzando una representatividad nunca vista.
Una de las grandes sorpresas fue la presentación oficial del Pilatus PC‑21, designado como E‑27, que reemplazará al veterano CASA C‑101 después de cuatro décadas de servicio. El avión, de origen suizo, cuenta con avionics de última generación y promete acortar los tiempos de entrenamiento de los futuros pilotos del Ejército del Aire y del Espacio.
En el tramo aéreo, la meteorología obligó a reducir el número de formaciones. El Teniente General Julio Nieto Sampayo, Jefe del Mando Aéreo de Combate, lideró la escuadra con dos F‑18 C‑15 del Ala 12 de Torrejón. Le siguieron cuatro Eurofighter de las Alas 14 de Albacete y 11 de Morón, demostrando la capacidad multi‑rol de estas plataformas, que actualmente están desplegadas en Lituania y Rumanía como parte de misiones de la OTAN.
En la tribuna de autoridades, Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno, y Margarita Robles, Ministra de Defensa, acompañaron a la Familia Real. Además, el rey contó con la presencia de la Infanta Sofía de Asturias.
Sin embargo, el evento estuvo marcado por notables ausencias. El lehendakari vasco Imanol Pradales decidió no asistir, siguiendo una práctica habitual en los últimos años. Los presidentes autonómicos de Canarias (Fernando Clavijo) y La Rioja (Gonzalo Capellán) tampoco pudieron estar presentes por agenda local, aunque el resto de mandatarios sí estuvieron cubriendo la tribuna.
El líder de Vox, Santiago Abascal, anunció que seguiría el desfile desde la calle, argumentando que así evitaría "blanquear" al Gobierno "corrupto y peligroso" de Pedro Sánchez. La medida provocó una breve polémica mediática que, aunque no perturbó el desarrollo del acto, dejó patente la tensión política en torno a la ceremonia.
El número récord de efectivos y la presencia de la UME subrayan la prioridad que el Estado otorga a la capacidad de respuesta rápida ante emergencias. Expertos de la Universidad Pontificia Comillas señalan que la integración de unidades de distintas fuerzas –Marina, Ejército, Guardia Civil y Policia Nacional– en un mismo desfile simboliza la interoperabilidad que se busca en operaciones reales.
En cuanto a la flota aérea, la sustitución del CASA C‑101 por el Pilatus PC‑21 refleja una tendencia europea de modernizar los entrenadores de combate, alineando a España con los estándares de la OTAN. El PC‑21, con su motor turbofan y cabina de última generación, reduce los costos operativos y permite una mayor versatilidad en misiones de entrenamiento y patrulla ligera.
Los analistas políticos advierten que la ausencia de altos cargos ministeriales, como los ministros Cuerpo, Redondo y Bustinduy, aunque justificada por compromisos institucionales, podría interpretarse como una señal de distancia del Gobierno frente a la militarización de la fiesta nacional, una cuestión que seguirá alimentando el debate público.
Tras concluir el desfile a las 13:30, la familia real se trasladó al Palacio Real para una recepción que reunió a alrededor de mil invitados, entre militares, representantes de instituciones culturales y autoridades internacionales. La agenda para la próxima edición, prevista para 2026, ya tiene en el aire la incorporación de drones de vigilancia y la posible participación de la Patrulla Águila, que fue omitida este año por motivos operativos.
En síntesis, el desfile del Día de la Hispanidad 2025 no solo celebró la historia de España, sino que también sirvió de escaparate para la modernización de sus fuerzas armadas y para la reafirmación de su capacidad de respuesta ante emergencias. Los ojos de la opinión pública seguirán puestos en cómo el Gobierno equilibrará los matices simbólicos y estratégicos en futuros actos oficiales.
El Pilatus PC‑21, designado E‑27, sustituirá al antiguo CASA C‑101 después de 40 años. Su motor turbofan y aviónica de última generación reducen costos de operación y permiten entrenar a pilotos en escenarios más realistas, alineando a la Fuerza Aérea española con los estándares de la OTAN.
Fernando Clavijo (Canarias) y Gonzalo Capellán (La Rioja) tenían actos oficiales en sus comunidades el mismo día, lo que les impidió acudir a la tribuna de autoridades. En cambio, el resto de mandatarios sí estuvieron presentes.
La UME celebró su 20.º aniversario desplegando efectivos y equipos de rescate, demostrando la capacidad de respuesta rápida ante catástrofes. Su presencia refuerza la imagen de un Estado preparado para emergencias, tanto civiles como militares.
El cielo parcialmente nublado obligó a reducir el número de formaciones aéreas por motivos de seguridad. Aunque el plan inicial incluía más Eurofighter y F‑18, los organizadores priorizaron la integridad de pilotos y espectadores.
Santiago Abascal decidió observar el desfile desde la calle, argumentando que de esa forma evitaría "blanquear" al Gobierno. Su decisión refleja la tensión política y la crítica de la oposición a la puesta en escena de un acto tan simbólico.
1 Comentarios
lucia Amunategui octubre 12, 2025
¡Vaya espectáculo! El desfile de la Hispanidad 2025 no solo fue una exhibición de poder militar, sino también una plataforma educativa; los 3.847 efectivos marcharon con una precisión que habría dejado boquiabierto a cualquier comandante; la participación de 524 mujeres marcó un hito histórico, demostrando la creciente igualdad de género en nuestras fuerzas; los 74 aviones, entre los F‑18 y Eurofighter, mostraron la capacidad tecnológica de España; la introducción del Pilatus PC‑21 (E‑27) representa una revolución en la formación de pilotos, reduciendo costes y modernizando la flota; además, la presencia de la Unidad Militar de Emergencias subraya la prioridad del Estado en la respuesta rápida ante desastres; la ruta entre la Plaza de Carlos V y la Plaza de Colón, de 1.540 metros, permitió que cientos de miles de espectadores disfrutaran del espectáculo; las 162 unidades motorizadas, incluidos tanques Leopard 2, reforzaron la impresión de fuerza y presencia; más de 1.700 agentes de seguridad, entre la UME y la Guardia Real, garantizó la seguridad del público; la coordinación entre Ejército, Armada, Guardia Civil y Policía Nacional evidenció la interoperabilidad buscada en misiones reales; los expertos de la Universidad Pontificia Comillas ya analizan cómo este despliegue influirá en futuras operaciones conjuntas; la sustitución del CASA C‑101 por el PC‑21 alinea a la Fuerza Aérea con los estándares de la OTAN, algo que los analistas internacionales aplauden; la meteorología obligó a reducir algunas formaciones aéreas, pero la decisión de priorizar la seguridad demostró profesionalismo; la ausencia de algunos ministros se interpreta como una señal de distancia, aunque la familia real mantuvo su presencia tradicional; el futuro podría incluir drones de vigilancia y la Patrulla Águila, ampliando aún más el alcance del espectáculo; en resumen, el desfile fue una combinación de tradición, modernización y estrategia, y seguirá siendo tema de debate en los próximos meses.