El viernes 24 de septiembre, el estadio Riyadh Air Metropolitano se convirtió en el escenario de un choque que mantuvo a los madrileños al borde de sus asientos. El Atlético Madrid, con la presión de una mala racha inicial, recibió al Rayo Vallecano en la sexta jornada de LaLiga 2025‑26. Desde el pitido inicial, ambos equipos mostraron una agresividad que rara vez se ve en los derbis capitalinos, y el marcador lo reflejó: cinco goles en una hora y veinte minutos.
El primer tanto del Atlético llegó tras una jugada colectiva que culminó con la cabeza de un defensa, pero la respuesta del Rayo no tardó. Pep Chavarría se coló entre la defensa colchonera y, con un disparo cruzado, puso el marcador 1‑1. La igualdad renovó la tensión y obligó al entrenador Diego Simeón a reordenar su esquema, buscando mayor presencia de su trotamundos argentino.
Fue entonces cuando Álvarez empezó a marcar la diferencia. Con una posición excelente dentro del área, recibió un pase filtrado y, sin pensarlo, disparó a puerta para poner el 2‑1 a favor del Atlético. La jugada, sencilla pero letal, demostró por qué el club invirtió una cifra considerable para contratar al delantero que había brillado en la Premier League.
El Rayo, sin perder la fe, reaccionó nuevamente. Álvaro García, aprovechando una falta a la izquierda, lanzó un tiro potente que con la ayuda de un rebote encontró el fondo de la red, dejando el resultado 2‑2 justo antes del descanso. El empate amplió la expectativa de una segunda mitad igual de disputada.
Al iniciar la segunda parte, el entrenador del Atlético ajustó su estrategia, colocando a Álvarez más cerca del borde del área para explotar su visión de juego. El argentino no tardó en cumplir su deber: recibió un centro de la banda derecha y, con un remate de cabeza, aumentó la ventaja a 3‑2. Ese gol no solo le dio la ventaja definitiva, sino que también mostró la capacidad del delantero para adaptarse a distintas situaciones de juego.
El resto del tiempo, el Rayo buscó con ahínco el empate, presionando con varias jugadas de contraataque, pero la defensa del Atlético, bien organizada bajo la tutela de Simeón, mantuvo la puerta a cero. El pitazo final confirmó la victoria colchonera, una que revitaliza sus ambiciones tras los primeros tropiezos de la temporada.
Para el Atlético, el triunfo representa mucho más que tres puntos. Restablece la confianza en un equipo que había mostrado vulnerabilidades defensivas y una falta de poder de definición. El hat‑trick de Álvarez, además de ser su primera gran hazaña personal en España, envía un mensaje claro a la plantilla: la capacidad de decidir partidos importantes está en sus manos.
El Rayo Vallecano, a pesar de la derrota, se lleva varios aprendizajes. Anotar dos goles contra una de las escuadras más sólidas defensivamente de la liga evidencia el progreso que ha conseguido bajo su dirección técnica. Además, la forma en que sus jugadores mantuvieron la presión hasta el minuto 88 sugiere que seguirán siendo un obstáculo difícil de superar en futuros encuentros.
En el plano individual, el desempeño de Álvarez eleva su perfil dentro del vestuario y ante la afición. Un gol de la 88ª minuto, sellando el resultado, habla de una madurez mental que no siempre se asocia a los delanteros jóvenes. Este tipo de actuaciones podría consolidarlo como referente ofensivo del Atlético durante la campaña.
Por último, el espectáculo ofrecido en Riyadh Air Metropolitano será recordado como uno de los derbis más vibrantes de la temporada. Cinco goles, emociones al filo y una noche que reafirma el porqué del fútbol madrileño: impredecible, apasionado y lleno de historias que continúan escribiéndose en cada minuto del juego.
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